Não avaliado
Al difundirse en 1929, la novela de Rómulo Gallegos, Doña Bárbara, atrapó a los lectores de diversas latitudes, quienes deseosos de conocer lo que pasaba y por qué era importante lo relatado, rápidamente aceptaron las representaciones sociales difundidas en ese mundo novelístico. La narración, como imagen de secuencias de hechos cotidianos que la gente de esa específica cultura conocía y experimentaba, estaba designada para satisfacer una serie de objetivos comunicativos seleccionados previamente y organizados en estructuras de conocimiento que podían ser anticipadas por los lectores/receptores y transmitidas por la voz narrativa.